martes, 15 de marzo de 2016

Sin Vernos Las Caras

“Me tendrias que tocar, saborearme y olerme ya.
Se necesita fe , saber que alguien escucha allá…”

- Café Tacvba, “Cero y Uno
“Bueno, así que le conocí
en una especie de locura
juntos por primera vez
sin vernos las caras…”

 
Marta Sánchez, “Sola”



“I would dial the numbers just to listen to your breath
I would stand inside my hell and hold the hand of death
You don’t know how far I’d go to ease this precious ache
You don’t know how much I’d give or how much I can take
just to reach you…”

 
- Melissa Etheridge, “Come to my Window



*** (10:32:59) ‘pinkfoxylady’ has logged in.
*** (10:33:01) ‘take_the_elevator’ has logged in.
pinkfoxylady (10:33:04): hola
take_the_elevator (10:33:12): hola, guapa!
pinkfoxylady (10:33:29): gracias! :)
take_the_elevator (10:33:30): es verdad, te ves muy guapa hoy!
pinkfoxylady (10:33:39): gracias!  :) pero eso no lo sabes no tengo la webcam 
take_the_elevator (10:33:44): no necesariamente…
take_the_elevator (10:33:46): no es la unica manera… te puedo decir que te ves muy guapa con esa falda negra…
pinkfoxylady (10:33:48): !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
pinkfoxylady (10:33:49): me estas dando miedo me estas stalkeando!
pinkfoxylady (10:33:54): estas jugando vdd? pues adivinaste!!!!
take_the_elevator (10:33:58): además, es un poco tarde para que estés en la oficina en viernes en la noche, no crees Denise?
take_the_elevator (10:34:05) ya se como es para los de finanzas… pero ya acabaron por hoy no?
pinkfoxylady (10:34:08): estas aqui!
pinkfoxylady (10:34:11): tu tambien trabajas aqui!
pinkfoxylady (10:34:19): ya me estabas asustandooooo quien eres a ver
take_the_elevator (10:34:21): eso tu tendras que adivinarlo 
take_the_elevator (10:34:23): pero puedes descartar a Raúl, ESE Raúl, y a Marco de RH jajaja!
pinkfoxylady (10:34:25): como sabes de raul!!!!!
take_the_elevator (10:34:26): varias personas lo supieron en este piso, pero no te preocupes por mi.
pinkfoxylady (10:34:27): y marco pues ya sabes es super lindo pero ya tiene novio jijiji
pinkfoxylady (10:34:30): alto entonces estas en este piso!
take_the_elevator (10:34:31): claro.
pinkfoxylady (10:34:34): DANIEL!!!!!
take_the_elevator (10:34:38): fria, fria.
pinkfoxylady (10:34:41): pedrito! jaja eres tu vdd
take_the_elevator (10:34:50): de verdad te parece que “hablo” como Pedro? que decepcion…
pinxfoxylady (10:34:55): no verdad no!!! perono seas malito es super lindooooo
take_the_elevator (10:35:00): y se muere por ti
pinxfoxylady (10:35:02): uy uy sabelotodo a ver que mas sabes de mi?
take_the_elevator (10:35:09): pues se algunas cosas… se que te divorciaste hace poco… debes sentirte un poco sola…
take_the_elevator (10:35:15): que eres muy guapa, no tienes hijos, que te encanta bailar, cantar y leer
take_the_elevator (10:35:18): acabas de devorarte el de “sin tetas no hay paraiso”
pinkfoxylady (10:35:20): y tu a ver cuentame eres soltero que mas te gusta pq ese nick
take_the_elevator (10:35:23): nunca me he casado, gracias al cielo o a quien sea
take_the_elevator (10:35:26): mi nick es por una cancion de White Stripes
pinkfoxylady (10:35:27): hotel yorba
take_the_elevator (10:35:28): Hotel Yorba
pinkfoxylady (10:35:35): nooooooo a mi tambien me gustaaaaaaaaannnnn
take_the_elevator (10:35:38): apenas lo puedo creer! jaja
pinkfoxylady (10:35:43): porque lo dices eh
pinkfoxylady (10:35:45): es mas fui al concierto!
take_the_elevator (10:35:54): veamos si es cierto, con cual cancion abrieron? y cual les falto que todos les pedimos
pinkfoxylady (10:35:57): abrieron con dead leaves and the dirty ground
pinkfoxylady (10:35:59): y les falto la de offend in every way!!!
take_the_elevator (10:36:03): holy crap! parece que tenemos algo en común.
pinkfoxylady (10:36:07): uy uy que sarcastico y misterioso yo creo que tu tambien te sientes solo y por eso eres asi jaja
take_the_elevator (10:36:11): “también”? lo sabía
take_the_elevator (10:36:14): y si tu tambien te sientes sola, podemos hacer algo al respecto
take_the_elevator (10:36:15): te propongo algo
take_the_elevator (10:36:19): estas sola en tu oficina. apaga la luz y cierra los ojos. yo voy a ir, y entonces…
take_the_elevator (10:36:23): si me prometes no abrir los ojos voy a hacer algo que te va a gustar mucho…
pinkfoxylady (10:36:29): !!!!!!!!!!!!!!!!!
pinkfoxylady (10:36:33): como crees estamos en la oficina!!!!!
take_the_elevator (10:36:35): precisamente.
take_the_elevator (10:36:40): yo creo que si tienes ganas y te prometo que si no te gusta aqui queda
pinkfoxylady (10:36:42): …
pinkfoxylady (10:36:45): bueno…
take_the_elevator (10:36:51): pero tienes que prometerme que vas a cerrar los ojos.
pinkfoxylady (10:37:01): ok prometido.
take_the_elevator (10:37:09): quiero que apagues la luz y despues
take_the_elevator (10:37:13): te sientes sobre tu escritorio, de espaldas a la puerta.
pinkfoxylady (10:37:17): si que eres mandon! ja ja
take_the_elevator (10:37:25): si he sabido que te gusta, lo intento antes!
take_the_elevator (10:37:31): bueno… tienes un minuto para seguir mis instrucciones.
pinkfoxylady (10:37:39): okok ya voy
pinkfoxylady (10:37:44): me dan nervios jiji
pinkfoxylady (10:37:50): ok ya me voy
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take_the_elevator (10:56:12): estas?
take_the_elevator (10:56:21): Denise?
pinkfoxylady (10:56:24): perdon es que me puse un poco nerviosa
take_the_elevator (10:56:30): como te sientes?
take_the_elevator (10:56:32): creo que bien…!
pinkfoxylady (10:56:39): si si me siento bien solo que algo me sorprendio mucho…
take_the_elevator (10:56:44): si? dime…
pinkfoxylady (10:56:46): de verdad me sorprendiste y mas cuando me tapaste los ojos!!!!!
take_the_elevator (10:56:52): si te gusto Denise, podemos hacer el amor en tu escritorio…
take_the_elevator (10:56:57): y si tambien te gusta podemos ir a mi casa, tomar vino y hacerlo hasta el amanecer
pinkfoxylady (10:57:00): si si quiero
take_the_elevator (10:57:08): wow! no sabes quien soy y estas aceptando que vaya y…
take_the_elevator (10:57:13): debe haberte gustado mucho lo que te hice…
pinkfoxylady (10:57:18): si si me gusto
pinkfoxylady (10:57:24): no era para nada lo que esperaba pero
take_the_elevator (10:57:35): ?
pinkfoxylady (10:57:40): si me gusto mucho Tania, y desde que viniste a instalarme el monitor me fascino tu perfume…
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Tu Puta Madre

I don’t wanne be your friend, now, baby
well, I, I wanna move it just a little bit closer.
All I know is that to me
you look like your lots of fun,
open up your lovin’ arms,
watch out, here I come!”

 
- Dead or Alive, “You Spin me Round (Like a Record)”


“It’s a luscious mix of words and tricks
that let us bet when we know we should fold.
On rocks i dreamt of where we’d stepped
and of the whole mess of roads we’re now on.

Hold your glass up, hold it in.
Never betray the way you’ve always known it is.
One day I’ll be wondering how
I got so old just wondering how
never got cold wearing nothing in the snow.

This is way beyond my remote concern
of being condescending…”

 
- The Shins, “Caring Is Creepy”


Todo en ella era sensual o sexual. Hasta llevaba por nombre aquel que un viejo amigo calificaba como el más subliminal de los nombres femeninos: Rocío.

A sus cuarenta y siete, tenía la cintura más estrecha que su hija de veintitantos, y que la mayoría de sus amigas, unos senos firmes y un trasero exquisito.

“No, pues la neta a la mamá de ese wey yo si se la dejaba caer”, dijo hace algunos años Horacio, un día que “ese wey”, que no era otro que Álvaro, un amigo muy cercano, no estaba. Todos estuvimos de acuerdo.

Después nos acostumbramos a Rocío y nos olvidamos del asunto. Yo hasta traía algo con Cecilia, la hermana de Álvaro, cuando Rocío me llamó a mi celular y me dijo que quería verme.
“Estoy muy preocupada por Álvaro”, me dijo. Bullshit. Rocío ya sabía que su hijo era el más pedo de todos nosotros, y aún así no era nada preocupante. Yo ya quería saber por dónde iba la cosa. Y no tardé en enterarme, aunque Rocío no hubiera tenido que derramarme su Coca Light encima para que tuviera que quitarme lo que traía puesto para lavármelo, mientras me prestaba ropa de Álvaro “para que me pusiera mientras mi ropa se lavara y se secara”. La ropa nunca me la puse, y lo único que podría conseguir Rocío con tales métodos es el de poder intentar convencer a personas ingenuas de que todo fue un accidente, y que se dejó llevar por el momento. La manera en la que se acercó a mi ni siquiera calificaba como pantomima mediocre de madre preocupada. Pero funcionó, y así empezó todo.
No requirió mucho cinismo verle la cara al papá de Álvaro, y vérsela al mismo Álvaro, hasta cierto punto era cómico. Pero sí sentí pena por Cecilia cuando empezó a reclamarme que “ya no era el de antes” cuando empezó a dejar de tener que torear mis avances. Entonces sí querías, mamacita, ya lo sabía. Te tengo noticias: no soy tu pinche pantalla de plasma que te espera apagada para que la prendas cuando te dé tu chingada gana. (Ah, y me estoy cogiendo a tu madre).

Pues si Cecilia era guapa, Rocío lo era aún más, y también diez veces más cachonda. Me importaba madres si la señora estaba hojalateada, por mí que se gasten todo el varo que quieran en chingaderas de tratamientos y cirugías, por mí mejor, si quedan así de buenas. No me sorprendió la exquisita belleza de su cuerpo, pero sí me sorprendió que esta vieja me resultó bastante más cochinona de lo que me esperaba. El chocolate y crema batida fue nomás al principio, después la “honorable dama” quiso probar con otras madres como cera de vela, que al principio me dolió un chingo pero a ella le encantaba, y que al final empecé a sacarle su saborcillo. Le encantaban los pinches disfraces, aunque la verdad unos están de lo más pendejos y lo único que dan es risa. Creo que se ofendió un poco cuando casi me zurro de la risa con su disfraz Leg Avenue de Blancanieves dizque cachonda, creo que tiene un trauma con este personaje porque está orgullosísima de su piel blanquísima (”de alabastro”, como siempre dicen en las revistas pendejas refiriendose a Nicole Kidman), su cabello negro y sus ojos azules. También tenía uno de policía, aunque como ella decía, la macana que más le gustaba no era la del disfraz. Y un día me dejó helado, y la verdad un poco asustado, cuando llegué a la casa y me la encontré vestida con el uniforme del colegio de monjas de Mónica, su hija de 14 años, todo completo, blusa blanca obsesivamente planchada, falda tableada y chaleco cruzado, calcetas blanquísimas y zapatos casi casi de hombre. Y por supuesto, el pelo recogido en dos colitas, que no se quiso quitar ni cuando se desnudó después de dos cogidas. Quién sabe por qué lo que se me hizo más excitante fue que los pies le cupieran en los zapatos de la hija adolescente, y ya que se encueró, me divertí un poco con los pies. Creo que los hijos se hubieran asustado de verla así, aunque la verdad sea dicha sí se veía muy bien con su peinado de regresión freudiana.

En otra de esas, me invitó a Los Cabos. Ella iba a decir que se iba a un Spa a Los Angeles, y yo que me iba al rancho de unos weyes que ya hace un chingo no veía. Hasta se adelantó unos días, según ella para darle credibilidad al asunto. Pero el fin de semana estuvo de poca madre. La pinche vieja se gastó una buena tajada del sueldo del incauto de su marido en una suite chingona, con un pinche jacuzzi a toda madre donde nos pusimos pedísimos todas las noches, la segunda también medios pachecones. Sexo, playa y pedo, esto fue básicamente lo que hicimos todo el fin, aunque se me hizo muy pendejo que Rocío casi no quería estar afuera que dizque porque no se quería quemar por el sol. ¿Entonces para qué chingados venimos a la playa? Lo demás lo hubiéramos podido hacer en un hotel mamón de cualquier otra ciudad, y sin ese méndigo sol que me dejó la cara como nalga de Satanás.
Así pasaron varios meses hasta que la noté media descuidada y me imaginé que ya le andaba tirando el pedo a otro. No quería nada de esta vieja más que sus tetas y su vagina y su culo, pero me pegó un poco en el orgullo. ¿Pues qué chingados quería, o por qué andaba como malcogida teniendo que buscar su satisfacción en otra parte? Ya me la esperaba, que era toda una cougar que necesitaba procurarse sus jovencitos, pero no me gustaba sentirme otro del montón. Quería refrendar mi posición como el más chingón, y para eso necesitaba saber a lo que me estaba enfrentando.

Un día que la vi que se compró un vestido muy skimpy, pensé que ya venía mi oportunidad. Me metí a la casa, y me fui al sótano, que también era el cuarto de juegos, para que no se diera cuenta de que estaba ahí. Si me pescaba, pues le decía que me estaba volando una clase y preferí venir a dormirme un rato a su casa para esperarla y darle su buena cogida cuando llegara.

Estuve haciéndome pendejo con unos periódicos del día anterior cuando oí el timbre. Ahí venía, todo era cuestión de hacerme wey unos veinte minutos, o una media hora más, para después subir y pescarla in flagrante delicto. De hecho, fui bastante exacto en el cálculo: a los veinticinco minutos oí el ruido de vidrio rompiéndose, y tuve que aguantarme para no reírme a carcajadas de la poca inventiva de la vieja. Apagué la luz, subí sin hacer ruido y me acomodé en una sombra en las escaleras, para ver quién era el nuevo incauto, que de hecho podía ser cualquiera de mis amigos, o cualquier amigo de sus hijos. Resultó que no andaba tan perdido, pero lo que ví, cuando lo ví, me dejó helado: Rocío le quitaba muy tiernamente un mechón de cabello de la cara a Natalia, la mejor amiga de su hija Cecilia, y le acariciaba un seno. In die mutter.

Poseído por quién sabe qué, me esperé a que la chamaca se calentara, y salí de mi escondite, con una cara casi inocente, como quien no quiere la cosa, y me les uní con tal naturalidad que la Natalia tenía que acabar pensando que Rocío tenía todo planeado para que fuera así.

El trío estuvo poca madre. Pero más poca madre estuvo lo que hice después. Usando un poco de teatro y un poco de sexo, me envolví a la Natalia, y en cuestión de semanas, éramos ella y yo, y mandamos a Rocío a la verga. Trágate esa, pinche vieja, y trágatela embarrada.

Creo que está de más decir que no había pasado ni un año antes de que todo rastro de esto desapareciera de mi vida. Natalia, Álvaro, Cecilia con su cara desconcertada cuando me alejé de ella, el papá cornudo, a todos los dejé atrás. Pero me sigue gustando que me derramen cera de vela en la piel, aunque ya casi ni me acuerdo por qué. A menos que alguien me pregunte como es que me empezó a gustar algo así, y entonces me acuerdo de todo, y me río.

Es así que comencé a pensar que todas las personas que tienen una madre de las de la vela perpetua, de esas que el único hombre en su vida es Benedicto XVI, deben considerarse afortunados. Muy afortunados. No saben cuánto.

Siempre Serás... Tú

“Recortei a luz da lua
E colei num papelão
Escrevi assim ’sou suo’
E te fiz um coração”



El primer amor siempre es delicioso, y siempre duele.

A mí me cagaba esa canción.

En los noventas tempranos, yo tenía muy poca carne en los huesos, y cuando la conocí, tenía bastantes pecas y todavía no me habían quitado los frenos.

Sabía que no le gustaba. No como yo hubiera querido. Primero pensé que le caía mal, pero después me di cuenta de más bien no me prestaba atención: una parte de ella vivía en su propio mundo, para el cual se necesitaba boleto, un boleto que no se podía vender ni comprar: había que ganárselo.
Era bonita. Tal vez mucho más bonita que otras que causaban más sensación. Pero después de conocerla te dabas cuenta de que sus senos, bastante grandes para una adolescente de doce años más desarrollada que sus compañeras, eran un engaño: Elizabeth era todavía inocente. No le gustaban los niños. La adolescencia la sorprendió en un momento en el que ella quería seguir siendo como era, y creyendo en la gente. Hasta en personas como yo, que la soñaban en un mundo en el que ella se resistía vehementemente a ser transportada.





“Encontrei você na rua
você nem deu atenção
eu não sei qual é a sua!
coração de papelão…”



Me di cuenta de que los lentes que necesitaba para leer, que yo odiaba, resultaban atractivos para algunas niñas, y que los cambios que a mí me preocupaban y me avergonzaban, a los ojos de ellas me iban haciendo más hombre. En la escuela comencé a escuchar rumores de que tal o cuál niña empezaba a fijarse en mí. A verme de distinta manera. Pero yo solo pensaba en ella. En ella, que no tenía lugar para mí en su mente.

A esa edad nadie sabemos mucho en realidad de religión, pero la rebeldía viene sola hacia cualquier cosa que te impongan, y yo empecé a negarme a ir a misa. Por supuesto, eso terminó cuando la vi salir de la iglesia, sonriendo y platicando con su abuela, amiga de la mía, envueltas ambas en una felicidad que yo quería compartir. Y mi mamá, poco después de algún tiempo, comenzó a preguntarse por qué yo ya no rezongaba cuando me mandaba con mi abuela los fines de semana, que antes le correspondían a mi papá, antes de que se fuera de la ciudad.

La veía desde lejos, y ella ni siquiera me notaba.

A pesar mío empecé a arreglarme cuando sabía que iba a verla. Mi hermano se burlaba un poco de mí y mi hermana, complacida de que ya no me ponía pesado para que quitara sus canciones azucaradas, primero no se dio cuenta de nada, para después, en un momento, adivinarlo todo. Era fácil reírse, no sabían lo que les esperaba cuando tuvieran mi edad, y tuvieran que tener cuidado con su voz (porque es evidente que a las mujeres también les cambiaba, aunque sin cruzar de tal manera el valle de la vergüenza), y miedo del acné, e inseguridad, y fobia del ortodoncista.
“Me siento mejor que mis amigos”, pensaba. “Elizabeth, por qué no volteas a verme? Por qué no me das importancia, por qué me haces sentir así?”



“Então chorei
E até pensei
Amor assim p’ra quê?”



Entonces llegó alguien más.

Megan era gringa, y eso elevaba su status. Nuestro inglés de colegio dizque bilingüe de niños popis parecía de programa de la barra “cómica” de Televisa cuando hablaba con nosotros e intentábamos responderle. La verdad es que yo también quería parecer cool a su lado. Según nosotros sabíamos muchas cosas, pero ella, a sus dieciséis años, les daba cátedra a los quesque grandes del fútbol sobre la vida. Ni se diga a mí, que aunque me veía (por lo menos en mi mente) más grande, apenas tenía trece. Evidentemente, o las chavas de Estados Unidos estaban mucho más adelantadas, o también allá, Megan era de las avanzaditas de su clase.

Yo no despegaba el oído aunque estuviera en otra conversación. Quería saberlo todo. Pero por lo menos algunas cosas había aprendido de mi papá. Si no eras cabrón, había que tratar de serlo, o por lo menos, parecerlo. Pero al mismo tiempo, combinarlo con un toquecillo de romanticismo. Eso hasta a Megan la tenía que desarmar. Y lo hizo. Mi fachada de niñete bravucón, con un piquetillo de sensibilidad aquí y allá, combinado con la ilusión de que “me ablando porque eres tú”, resultaban bastante buenas para abrir casi todas las puertas. Hasta las difíciles. Hasta las de Megan.

Las difíciles, quise decir. No las imposibles. Mientras Megan se acercaba a mí, Elizabeth seguía sin quererme. Mientras mis logros empezaban a ser notados, y Megan parecía interesada, sucedían otras cosas, en mi mente, de mayor importancia: había empezado a hablar con Elizabeth, que había pasado, según todos, al status de bonita, pero no dispuesta, y llegado al punto en que casi nadie hacía esfuerzos por conquistarla, porque estaba en otra cosa. Solamente algunos idealistas, usualmente clasificados como feos o nerds no se habían dado cuenta y seguían intentándolo. A ella (ella) le gustaba que yo supiera hablar portugués. Después me enteré que ella creía que era poco atractiva cuando comenzaron a interesarle los hombres, y ya nadie la buscaba. All right, eso, y además que tenía cara de mamona.

Y cuando estás en lo tuyo, literalmente, interesado en lo que a ti de verdad te interesa, es que las personas caen con más facilidad. Todos se preguntaban quién sería el afortunado. Y fui yo. Y ni siquiera tuve que hacer tanto esfuerzo: Megan me besó como nunca a mi corta edad me habían besado, en el campo de fútbol, frente a todos, e inmediatamente, a los ojos de las decenas de adolescentes que miraban, subí, no uno, sino diez escalones.
Los adolescentes podemos ser muy pendejos.





“Meu bem, não sei
fingir que nem te olhei
sempre quis
namorar
com você
(meu amor, sempre quis namorar com você…)”



Empecé a andar con Megan para ver si a Elizabeth le daban celos, y después seguí porque me gustó, porque sí. Elizabeth ni siquiera  le dio importancia al asunto, como si en su vida aquello no fuera relevante, y decidí que sería una gran idiotez seguir peleando una batalla perdida cuando en mi mano estaba la llave que muchos habían deseado.

Todavía me faltaban un par de meses para cumplir los catorce, aunque a Megan le decía que para los quince, cuando tuve, con ella, mi primera vez. Ella ya lo había hecho, con güeyes de su edad, y hasta del college, pero nunca con alguien más chico que ella, lo que me hizo sentir importante, aunque nunca se lo dije. Me enseñó muchas cosas que aún me siguen sirviendo, porque Megan no nada más era puta: era la reina de las putas, la más popular. Una vez le llamó por teléfono su ex de dieciocho años desde Texas, y yo, alegrándome por primera vez de los cambios en mis cuerdas vocales, le menté la madre. Y a su lado, aunque me esforcé por que no lo advirtiera, aprendí muchas cosas. Aprendí que a las chavas de senos grandes les gusta que se los alabes, aunque ellas los den por sentado, porque aunque a veces se acomplejen en la adolescencia temprana, la mayoría acaban sintiendo que tienen algo más que las demás, una ventaja sobre las otras. Aprendí, con la no tan fina cintura de Megan (y con su vagina, que yo, primerizo, no noté que no era precisamente la más cerrada, hasta que a ella se le escapó decírmelo), que a todas, absolutamente todas las mujeres, quizá como a nosotros, les gusta que aprecies sus fortalezas – y creer que ellas te prenden tanto (a ti y al grueso de los hombres) , que hasta valga la pena pasar por alto sus debilidades. Tanto, que hasta parezca que en realidad son cosas que a tí (una vez más, y al grueso de los hombres), no te importan demasiado. Aprendí que todos queremos sentirnos especiales frente a alguien deseable, y el valor de estas dos cosas: hacer sentir al otro como alguien especial, pero al mismo tiempo, mostrarte a ti mismo como a alguien respetable. Si es posible, deseable. Estar en la mira de alguien codiciado tiene importancia doble en la escala del deseo. Primero, te hace sentir especial por lo que eres. Segundo, te proyecta como alguien deseable y especial ante los demás. Revalida tu estatus de persona especial. Una vez más, por lo que eres. Y sentirnos especiales, y además, que los demás lo sepan, es algo que a todos, o por lo menos, a la mayoría, nos desarma.



“Se essa rua fosse minha
Eu mandava ladrilhar
Com o brilho dos seus olhos
Só pro meu amor passar”



Como sabía que tenía que suceder, Megan se fue. Pero las cosas habían cambiado. Dana, la chava más bonita y con más pegue de todas (también un poco mayor que yo) estaba, para entonces, enamorada de mi, o más bien, de lo que yo aparentaba ser, aunque después se enamoró de las dos cosas. Y yo la complací. Dana me entregó a mi su preciada virginidad, y yo llegué, en cierto modo, a quererla, aunque una parte de mí seguía preguntándose si hubiéramos llegado a estar juntos si nos hubiéramos visto como éramos, sin las luces de la reputación que nos precedía y la popularidad y los rumores que nos rodeaban, y también me preguntaba si en realidad la totalidad de mi había llegado a quererla. Me convertí en objeto de deseo, y se me subieron los humos, aunque dentro de mi sabía que no era necesario que la vida tratara, a golpes, de bajármelos.



“Se essa rua fosse minha
Eu mandava ladrilhar
Com o brilho dos seus olhos…
Só pro meu amor passar…
Só pro meu amor passar…”



Este relato ha terminado, y quiero decir algo aunque buena parte de este relato no es ficción. Elizabeth de verdad existe, y es hoy una mujer adulta. Sé que sus senos llegaron a alcanzar la talla 36DD. Y sé que la mitad de su mente y su corazón siguen en este planeta, y la otra mitad, en su propio mundo.


Música: “Coraçao de Papelão”, Turma do Balao Magico.

Me Gustas Por Mamona

“Cause a real man knows a real woman when he sees her
and a real woman knows a real man ain’t ‘fraid to please her
And a real woman knows a real man always comes first
And a real man just can’t deny a woman’s worth…”
- Alicia Keys, “A Woman’s Worth”


…Y en la esquina de un bar
yo te vi, que te estaban besando
junto a la pared…
- Diego Torres, “No Lo Soñé”


“Me gustas por mamona”. Me caga la madre esa frase, que tú has escuchado hasta el cansancio. Creo que hay que ser muy pendejo, o muy masoquista, para pensar así. Ese modo de pensar te ha traído gran cantidad de  comidas, bebidas y regalos costosos: flores de las caras, perfumes, como los que tanto te gustan pero de los que no sabes nada, bolsas, a las que o les haces el feo o las llenas inmmediatamente de pendejadas. Todos cortesía de un montón de babosos a los que les gustas, según ellos, por bonita, y por mamona.

La verdad es que ni estás tan bonita. Eres bonitilla, con esa cara que recuerda un poco a Gasparín el fantasma amistoso. Pero una nariz de botón, ojos grandes y labios de puchero son suficientes para desarmar un montón de pendejos. Juegas con todos ellos al mismo tiempo, te crees muy lista porque gastan dinero en ti y a muchos ni les das nada, y para cuando se dan cuenta (claro, suponiendo que llegan a darse cuenta), ya los despelucaste. Cómo te gusta venderte barata.

Yo no sé cómo es que no se dan cuenta de lo que quieren las mujeres. A todas las viejas les encantan los regalos y que las traten como reinas. Pero los que usan esas pendejadas por toda estrategia por lo general fracasan. Pocos logran que la fulana en cuestión se enamore nada más con eso. La que cae es porque ya le gustaba el güey en cuestión o porque también es un poco pendeja. Dirán que hay mujeres que aprecian los esfuerzos, mujeres que valen la pena. Pero a esas no te las compras con dinero. Esas caen hasta con un poema, que es gratis, mientras sea sincero y escrito desde el fondo del corazón.

No, las viejas no quieren un tipo que sienta que tenga que estar haciendo esfuerzos para ganársela. Las viejas quieren al macho alfa, al líder de la manada. Dicen que no, pero les encanta que las traigan botando. El güey que no les habla cuando les dijo, es en el que piensan y del que hablan con sus amigas. Hasta parece que les gusta batallar.

Uno de esos pendejos, tal vez el más pendejo, se lució especialmente contigo. Te llenó la sala de tu casa de flores y el carro de globos en tu cumpleaños. Te regaló ropa, discos, accesorios, todo para recibir en recompensa tus sonrisas llenas de gloss transparente, de ese que crees que te vuelve sensual pero hace tus besos asquerosos y pegajosos. Y el pendejo pensaba darte aún más, todo quería dártelo hasta el día en que te vio besándote abajo de un arbol, afuera de un bar, con una rosa roja en la mano, con un idiota patético del que hasta tus amigas se burlaban, y al que hace mucho que dejaste de ver.

¿Te acuerdas?

A tí ya se te olvidó, no piensas en ellos mientras me miras y me sonríes coquetamente desde el otro lado de la mesa, donde comimos la comida que tú misma preparaste, y que estaba más bien mala, porque tú, no creas que me engañas, no cocinas nunca. Dices que te gustan mis ojos y mi boca, pero sé que podías haberme pasado de largo. Caíste conmigo porque te pongo en tu lugar, porque te llamo cuando me da la gana. Porque ni me gustas, pero te lo preguntas, porque me ves en control de la situación. Te trato bien, pero hay algo de lo que no estás segura, y eso es nuevo para tí. No me molesto en esconder que me gustan las mujeres de gran inteligencia, un atributo que tú no sabes lo que se siente tener. Dejo de ponerte atención por ver el futbol, aunque hay partidos que ni me interesan tanto pero son mejores que tu plática: absorben más mi atención, y a las mujeres cualquier cosa que atrape la atención de un hombre las enoja y las hace sentir inseguras. Quiero una vieja que sepa la diferencia entre Mikka Hakkinen, Mika Penniman y Mika Waltari, y tú lo único que sabes es que el segundo es puto. Eres tan bruta que ni te has fijado que mi nombre, Carlos Rodríguez, es demasiado común, tan común, que tengo el mismo apellido de Antonio Rodríguez, el pendejo más grande de todos a los que les has visto la cara. Pero resulta que Antonio Rodríguez es mi hermano menor, y por eso estoy aquí. Para darte a probar una de las tuyas, pinche puta barata.

Llevabas ya un par de meses saliendo contigo cuando lo organicé todo, y sé que estabas empezando a enamorarte. Por eso te iba a doler. Tú ibas a salir del bar con tus amigas, y yo estaba esperando con mi amiga Marcela, ella con la correspondiente rosa en la mano, listo para que me vieras besándola cuando salieras. Pero no estaba listo para lo que siguió.

Cuando me viste con Marcela me jalaste y gritaste mi nombre. Querías estrujarme, pero te agarré de las muñecas, con tanta fuerza que el color escapó de tu cara, y creí ver algo que había visto antes. Excitación… no lo creí probable…

Ese minuto de sorpresa me costó que te zafaras, y con la mano libre, intentaste darme la cachetada que tú te merecías que te dieran la primera vez. Fallaste, eres derecha y tenías libre la mano izquierda. Pero a mí ninguna vieja me iba a golpear, ni siquiera a intentarlo. Tus intentos fallidos y tu boca, segun tú lista para escupirme, me cayeron tan en el hígado que no medí mis acciones y mi mano se estampó en tu mejilla blanca, algo que nunca había hecho ni pensé hacer jamás.

Aún con el desprecio que sentía por tí pensé en disculparme. Tú ya sabes cómo soy, pero respeto a las mujeres como me gusta que respeten a mi madre y a mi hermana. Pero apenas había abierto la boca, y tenía la mano a medio bajar, cuando te lanzaste sobre mí y me besaste como nunca me habías besado. No sentí nada por tí desde el corazón, pero aquel primer beso real, apasionado, me despertó algo adentro. Ante la mirada atónita de Marcela y de tus amigas, mis manos y tus manos encontraron el mismo ritmo, y comenzaron acciones para las que el mejor lugar no es la calle. Todo terminó en un motel, de esos a los que decías que nunca ibas, y el sexo, plagado de las bofetadas que ya sé que disfrutabas, sí que fue algo diferente. Tanto, que mi venganza se fue al diablo.

No te quiero, pero te sigo viendo, porque esto se está convirtiendo en una adicción, y tengo que excusar mis golpes en tu cara y cuerpo en el hecho de que sé que te gustan, y las horas que he pasado con las manos esposadas o la cintura amarrada con las largas erecciones que terminan en tu boca. No sé qué es lo que sigue, pero sé que estás enamorada de mí, y, ¿sabes qué? me vale verga. Pero sé bien que ahora mismo, no soy capaz de enamorarme de nadie más. De nadie.

Negativa En Rojo

“Please don’t wear red tonight
remember what I’ve said tonight
‘cuz red is the colour that will make me blue
in spite of you, it’s true.
Yes it is, it’s true…”
- The Beatles, “Yes It Is”

Si te lo digo te vas.

Ya sé que la carne roja se come con vino tinto. Rojo. Ya sé que esa mirada despectiva en tus ojos anuncia malas nuevas. Tal vez no ocurra nada esta noche, y esta carísima cena sea el preludio de nada. Pero me niego a ordenar vino rojo.

Me niego porque entonces lo veré todo otra vez, y tú lo verás todo en mis ojos. Yo veré, y tú no verás su piel cremosa haciendo ver mi piel oscura en contraste, ni la sombra que yo vi en la curva de su cuello mientras mis dedos apartaban su cabello rojo, al tiempo que mi otra mano derramaba unas gotas de vino tinto sobre su espalda.

Al diablo el vino rojo, al diablo la pulcritud entonces perdida de las sabanas blancas. Más irreparable sería su pérdida, y esa noche yo tenía todo lo que deseaba. Mis labios probaron el vino de su espalda, y después de sus corvas, de los largos dedos de sus manos. Mis dedos se enredaron en el ensortijado vello rojo que tan bien conocía y que no volvería a tocar. Todo era un desorden de blanco y rojo, y fue el blanco el que se quedó conmigo después de la despedida. Blancas las paredes, blanco el nuevo día. Y rojo el color del adiós, de la estela de su cabello cuando se fue, y del vino que ahora no deseo probar, sin importar lo que quieras o dejes de querer. Porque el rojo está más allá de tí, y ahora también de mí. Roja es la llave de una entrada que jamás conocerás.

Haz lo que quieras. Lo que quiero de ti no es demasiado. Pero me niego a tomar vino rojo, y no te voy a decir por qué. Porque si no te lo digo, quizá pases por alto mi aparente falta de refinamiento, y después tengamos sexo vacío una o más veces. Quizá hasta te conozca, y tal vez hasta junto a tí, pueda hacer que el rojo vuelva a ser nada más que un color. Pero hasta entonces,no eres nadie, y una negativa al rojo, una negativa en rojo es todo lo que puedo darte.